En el aire dibujo tu sonrisa
y tu nombre se escapa de mis labios,
mientras, tus ojos
en el espejo de mi mente veo.
Ilusión transparente, deseo insaciable,
acrecienta la ternura oculta e invisible
buscando el secreto que no encuentro.
Secreto que se esconde
en la
profundidad de tus ojos,
intentando alcanzar el cielo
con las alas
de un pájaro.
Te recuerdo a cada instante,
cada sorbo de amor que me das
rocía de calor mi herido corazón.
Antes tu silueta emergía recortada
mientras ahora
se evapora y
no la alcanzo.
Por eso te busco entre mis sueños
queriendo parar un instante mi memoria
para intuir las caricias de tus manos
empapadas de amor para amarme.
***
En el poema “Dibujo tu sonrisa” me
centro sobre el deseo de atisbar la esencia de la persona amada. Hallar el
equilibrio perfecto entre lo que somos y lo que mostramos.
No es sencillo descubrir a simple
vista la esencia, la magia de una persona, ya que los tesoros más bellos se
encuentran más allá de la apariencia de un rostro. Es querer ir más allá de las
apariencias porque muchas veces, nos encontramos con relaciones en las que todo
el mundo se esfuerza por aparentar algo que no es y que se esconde bajo virtudes
que no posee. Es la conexión entre dos personas que quedan atraidas la una por la otra.
Nuestra personalidad, nuestra
educación y nuestras experiencias previas son algunos de los factores que le
han dado forma a nuestro cerebro. Y es el cerebro como un ordenador, el que
procesa los datos, el responsable de obtener una conclusión y de generar una
respuesta filtrando los estereotipos que tenemos instalados para juzgar.
Tenemos que ver más allá de lo que captan nuestros sentidos, ver donde residen las esencias de las personas y ser capaces de aumentar esos filtros restando poder a los estereotipos y etiquetas que nos transmite la sociedad, sin falsedades, sin distorsiones. Y este viaje solo lo podremos hacer si primero hemos buceado en nuestras propias esencias.
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