Quiero olvidarme de la fría soledad,
quiero que te acuerdes de mí.
Dame amor.
Los días son cortos cuando estoy a tu lado,
te miro, pero tu mirada
pocas veces se encuentra con la mía.
Todo está bien, dices, no pasa nada
pero dentro de mí la angustia me carcome.
Necesito amor.
No dejes que se apague,
no lo dejes por favor.
Dame amor.
De nuevo las lágrimas asoman a mis ojos,
no puedo remediarlo,
ya que no puedo verte
quiero olvidarme de la fría soledad,
quiero que te acuerdes de mí.
Dame amor.
Pienso que soy un poco dramática,
o acaso muy romántica,
pero el amor que siento dentro,
llena de felicidad
esta fría soledad.
Ayúdame, lo necesito.
Y te necesito a ti.
Dame amor.
Este poema se titula “Dame amor”, en él concebía la idea de que para
construir una relación de pareja era primordial la reciprocidad, pero cuando la
balanza se desequilibra, los cimientos comienzan a romperse y la pareja
comienza a resquebrajarse.
Entregar casi todo y no recibir prácticamente nada a cambio es una
actitud nociva que nos aleja significativamente del amor. Tampoco se trata de
dar esperando recibir algo a cambio. O solamente dar y no recibir. Se trata de
no concebir la idea de que la felicidad está en lo que te aportan los demás, ya
que esto solo traerá sufrimiento y pocas veces se logrará cubrir todas nuestras
necesidades.
No hay que dejar nunca que nuestro bienestar dependa de corazones
ajenos. Tenemos que cultivar nuestra propia felicidad. Tomar una actitud
realista sobre lo que nos envuelve y dejar de esperar tantas cosas de quienes
nos rodean. Saber amar y saber recibir amor es el equilibrio en cualquier
relación.
En muchas ocasiones nos pasamos el tiempo soñando con un futuro que,
cuando llega, no nos trae nada nuevo. Es el peligro de establecer altas
expectativas.
No existe una vida perfecta, la perfección no existe, pero sí ese
equilibrio en el que eres tú mismo y sentirte orgulloso de lo que tienes en
lugar de caer en un estado de frustración e indefensión.
Begoña Pombar
Begoña Pombar
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