Cuando veo el
silencio
que mezclado
entre penumbras
pasa junto a
nosotros,
se acercan a
mí las preguntas
que lentas se
desperezan
queriendo
escapar de dentro.
Traspasan la
oscura sombra
y salen de mi
temerosas
como si fuera
a matarlas,
pues temen que
con la respuesta,
entre las
rejas que las atrapan
se mueran sin esperanza.
En el poema “Cuando veo el silencio” quiero describir los pensamientos, esas
charlas dentro de la cabeza que es una de las armas más poderosas que tenemos
en nuestras manos, pero que debe ser usada con moderación para no perder el
contacto con la realidad.
Cuando fantaseamos ponemos en marcha
infinidad de áreas cerebrales que potencian nuestra agilidad mental y
nos ayudan a mejorar nuestro estado anímico. Soñar despiertos no supone problema
alguno siempre y cuando no hagamos uso de las fantasías y sueños para aislarnos
de la realidad durante horas.
Muchos de nuestros pensamientos están distorsionados. La ansiedad, los
miedos, las preocupaciones constantes funcionan mediante anclajes negativos que
aplicamos sin darnos cuenta y lo focalizamos en el qué pasará, en esa
equivocación del ayer, en lo malo que nos puede ocurrir. Es un tipo de
ingeniería mental muy sofisticada.
En nuestro día a día, nos encontramos muchas veces con que nuestra realidad
es caótica, compleja y a veces hasta dolorosa. Por ello, la clave es aplicar un
pensamiento equilibrado, pero cabe decir que lograrlo no es fácil puesto que
nuestro cerebro la mayor parte de las veces opera de forma inconsciente y
mediante automatismos.
Aplicar
un pensamiento equilibrado es una ayuda inestimable de invertir en nosotros
mismos para afrontar muchos de esos patrones mentales que nos atrapan y encontrar nuestra felicidad.
Concluyendo con una frase clásica “pensar bien nos ayuda a vivir mejor”.
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