Anudé a un poste al sol
como hacían los Incas
para que durmiera conmigo
su último rayo amarré.
No fuera que escapara
enredé su melena dorada,
le quité a la noche una hora
para que no muriera el día.
Como los egipcios al dios Ra te adoro
como los antiguos Celtas te venero,
Artemisa, Romero, Malvavisco
pócima de amor con la hierba Luisa.
La más fresca de las doncellas perfumada,
celos de la mañana cuando abre los ojos
al ver que pasa la más pura
con la luz de su aura iluminada.
Hermosas ondas el mar arrulla
con la suave ternura de una madre
que arropa entre sus brazos conchas y arena
como si una hija del mar naciera
Las saltaré con el aliento
de las meigas cantarinas
pidiendo sin temor y esperanza húmeda
que prenda en mi vientre la blanca espuma.
El solsticio es un evento astronómico que ocurre dos veces al año, cuando el Sol alcanza su máxima posición norte o sur con respecto al ecuador terrestre. Esto produce que en un hemisferio haya el día más largo y la noche más corta del año, y en el otro hemisferio ocurra lo contrario. El solsticio de verano marca el inicio del verano en un hemisferio y el inicio del invierno en el otro.
La palabra solsticio proviene del latín solstitium, que significa ‘sol quieto’, ya que en esos días el Sol parece detenerse en su movimiento aparente por la eclíptica. La palabra solstitium está formada por dos elementos: sol, que significa ‘sol’, y sistere, que significa ‘detenerse’.
Los solsticios han sido celebrados desde la antigüedad por diversas culturas, que les atribuían un significado religioso, mágico o simbólico. Algunas tradiciones asociadas con los solsticios son las hogueras, los ritos de fertilidad, la adoración al Sol o la búsqueda de energía..
La adoración al sol es una forma de religión que reconoce al sol como una divinidad o una manifestación de lo sagrado. En el antiguo Egipto el dios solar por excelencia era Ra, el creador de todas las cosas. En la antigua Grecia el dios solar era Helios, el que conducía un carro tirado por cuatro caballos de fuego por el cielo. Helios era hermano de Selene, la diosa de la Luna y de Eos, la diosa del amanecer. En la antigua India, el dios solar era Surya y en la antigua China, el dios solar Ri, era el que gobernaba el día y el calor.
Estas son solo algunas de las culturas que adoraban al sol en la antigüedad, pero hay muchas más. El culto al sol refleja la admiración y el respeto que los seres humanos sentían por este fenómeno natural tan impresionante y vital.
La noche del solsticio de verano, que coincide con la festividad de San Juan, es una noche llena de magia y tradiciones que se celebran en diferentes partes del mundo. Una de las más populares es la de saltar la hoguera y saltar las olas en la playa, dos rituales que tienen un significado simbólico y que buscan atraer la buena suerte, el amor y la salud.
Saltar la hoguera es una costumbre que se remonta a la antigüedad, cuando se encendían fuegos para honrar al sol y darle fuerza en el momento en que empezaba a declinar. El fuego también representa la purificación, la renovación y la protección contra los malos espíritus. Se dice que hay que saltar la hoguera siete veces, o nueve según otras versiones, para conseguir sus beneficios.
Saltar las olas es otra tradición que se relaciona con el agua, el elemento opuesto al fuego y que también simboliza la limpieza, la fertilidad y la abundancia. Se cree que hay que saltar siete olas, una por cada deseo que se quiera pedir, y mojarse la cara con el agua salada para rejuvenecer y curar las heridas. Algunas personas también se bañan desnudas o se lavan los pies con agua de mar para eliminar las malas energías.
Estos son algunos de los rituales más comunes de la noche del solsticio, pero hay muchos más según cada lugar y cada cultura. Lo importante es disfrutar de esta noche mágica con alegría y esperanza, y celebrar el inicio del verano con fuego y agua.
Begoña Pombar
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